sábado, 18 de diciembre de 2010

"Amor Platónico"



Ella se le acercó y le susurro al oído:
- Eres mi alma gemela.

A él, en el colegio, le habían explicado que las expresiones: alma gemela, media naranja... provenían de una teoría de Platón. Al parecer, en esta época se creía que el ser humano como tal, había sido creado con cuatro piernas, cuatro brazos y dos cabezas, hasta que un día el dios Zeus, con el fin de debilitarlo, decidió dividir a todo ser humano en dos partes, y condenar así a este a que pasara toda su vida tratando de encontrar la otra mitad de su cuerpo, su otro yo, para que le completase, y no poder ser feliz hasta que esto pasara.

Él entendía la vida de manera diferente. Miraba a su alrededor y no paraba de ver como empezaban y acababan relaciones, como la gente ahogaba sus frustraciones y miedos en insípidas relaciones para sentirse mejor, como se convertían en yonkis del amor, incapaces de ser felices sin alguien a su lado que adulase cada parte de su cuerpo, sedientos de encontrar a alguien que les haga sentir especial. No quería eso, no quería que los te quieros significaran posesión y no amor; no quería besar sin sentir nada; ni que la monotonía inundase su vida por esa estúpida teoría platónica de la media naranja.

Para él, encontrar la felicidad en la vida, era como un largo viaje en coche por el desierto. Lo que importa al fin y al cabo es el coche, si el coche funciona bien llegarás a tu destino, pero como el coche no funcione te quedaras en cualquier cuneta del camino. Puede que durante el camino encuentres gente que quiera acompañarte, pueden acompañarte todo el viaje o solamente hasta que la próxima estación de servicio, puedes pasarte el viaje hablando sobre vuestros intereses en común, o discutiendo, puede incluso que decidas que los viajes se hacen mejor solo, o decidas llenar el coche de gente, pero lo realmente importante es que el coche no se pare sin depender de la gente que vaya dentro. Quizás durante el trayecto alguien te ayude a cambiar una rueda, o limpiarlo un poco, pero del que depende realmente ese coche es de ti, y de quien dependes realmente tu es del coche. Da igual lo lista, guapa y buena en la cama que sea tu copiloto, que si el coche va mal, estarás jodido.

Así que, después un largo silencio, suspiró y le dijo:
- Creo que debes bajarte del coche, soy demasiado infeliz como para hacerte feliz.

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