domingo, 27 de febrero de 2011

Pasatiempos


- ¿No eres tú a la que le gusta hacer los crucigramas del periódico todos los domingos?

- Sí

- Pues el amor es eso, un crucigrama…

- No te entiendo

- En un crucigrama hay palabras que todos podemos hacer ¿cierto?, son palabras que los periódicos ponen ahí para que te sientas bien, para que no te des por vencido antes de empezar. Pues cuando conoces a alguien pasa lo mismo, cualquiera puede en un mes saber lo básico de ti: qué música escuchas, cuál es tu película preferida, incluso si cantas o no en la ducha. Pero como en todo crucigrama una vez que pasan las palabras fáciles llegan las difíciles, y en las relaciones pasa lo mismo, lo realmente jodido viene después, cuando te toca conocer la cara b, cuando la gente ya no es tan perfecta como quiso aparentar.

- Entonces ¿tú solo buscas personas que no tengan muchas palabras difíciles?

- Al contrario, adoro la dificultad. He conocido gente que era como un crucigrama para niños pequeños, en un mes se acababa el misterio, y cuando te das cuenta de lo simple que es, te aburre. Me gusta conocer gente que a pesar del tiempo que pase me siga sorprendiendo, que me saque de la monotonía del día a día, gente con quien siempre aprenda cosas nuevas, en definitiva gente de la que sea imposible acabar el crucigrama. Al fin y al cabo, el amor es un pasatiempo, un pasatiempo que nos saca del aburrimiento de la rutina, un pasatiempo diferente eso sí, porque nunca podemos comprobar las respuestas en el periódico del día siguiente.

miércoles, 16 de febrero de 2011

La última vida del último superviviente


Hola, mi nombre es Bear Grylls, he sido entrenado por las fuerzas especiales del ejército británico para ser capaz de sobrevivir en cualquier medio con la única ayuda de los conocimientos adquiridos y los recursos que la naturaleza ofrece. He sobrevivido a las condiciones más extremas poniendo mi vida al límite, he nadado en aguas heladas, he inspeccionado volcanes en erupción, me he bañado con anguilas eléctricas...pero nada comparado con la aventura que voy a contaros hoy, mi última aventura.

Me encontraba en el corazón de La Selva del Amazonas, en la frontera entre Brasil y Perú; ya había pasado tres días y dos noches bajo aquel humedísimo manto verde tras el cual se escondía la inmensidad del cielo. Ya me había conseguido librar del poder superabsorbente de un pozo de arenas movedizas, había sobrevivido al ataque de un puma cuyas heridas curé con la sabia de una planta llamada celosia cristata, me habían picado decenas de mosquitos (que por cierto aquí son como puños) pero gracias a un ungüento hecho con hojas de duguetia riparia las picaduras no habían sido un problema. Había saciado mi hambre gracias a una de las dos pirañas que pesqué en un arroyo con mis propias manos y una tortuga carnívora que andaba husmeando por allí cerca, esta me produjo una importante diarrea que logré subsanar gracias a una infusión que hice con raíz de eleutherine plicata...en fin, un montón de aventuras resumidas en apenas dos días.

Pero nada de lo que me había pasado carecía de una solución fuera de mi alcance, hasta que apareció ella. El chamán de la tribu de los Mayorunas me advirtió en mi anterior visita a estas tierras, de la presencia de aquella especie.

Me encontraba haciendo una pequeña cabaña para poder pasar la noche en un manglar que las intensas lluvias torrenciales de la época habían formado junta al río Xingu; cuando terminé de construir mi humilde pero confortable refugio, me alejé de este tierra adentro con la intención de conseguir unas ramas secas y yesca para con ayuda de mi pedernal hacer fuego para cocinar la piraña que me había guardado, cuando tras unas ramas me encontré con ella, no se porque, pero enseguida supe que era una de esas limiè maten de las que me había hablado el chamán, era consciente del peligro que corría, pero ya era demasiado tarde, su contoneo me había hipnotizado mientras su mirada me había embaucado; supo martirizarme poco a poco, comenzó con inocentes mordisquitos, me amordazó con la sola ayuda de las curvas de su cuerpo, el olor de su cabello inhibía mis ganas de zafarme, pronto supe que la humedad del Amazonas era causada por la cohesión entre el agua de la zona y el calor que ella desprendía; cuando ya me tenía rendido a sus pies, llegó el momento de su ataque mortal, en lo que dura un parpadeo sentí como una especie de daga atrabesaba mi corazón y me robaba el alma, tras esto escuché como se iba y se perdía entre la selva y perdí el conocimiento.

Días después unos cazadores de la tribu Kalapalo me encontraron moribundo en el lugar exacto en el que ella me había sometido, sin rasguño alguno a la vista, pero herido de muerte; siendo esta una muerte lenta y dulce en la que tan pronto el calor de su recuerdo hace subir mi fiebre como se convierte en el frío casi nitrogenado de su abandono.

-HAIKU DE LA SEMANA

-Mariposa-
Te creí mi Sol
metamorfaste en Fa Re
pero te quiero.

-CANCIÓN DE LA SEMANA


lunes, 14 de febrero de 2011

Feliz 14 de Febrero


Nunca me gusto celebrar San Valentín, me parecía una celebración muy impersonal, una mezcla entre consumismo e hipocresía, donde la gente no demuestra su amor, simplemente lo aparenta comprando regalos donde lo único que importa es el precio que marca la etiqueta. Ella era diferente, creía en el amor a primera vista, en el destino, le encantaba San Valentín, incluso adoraba esos estúpidos ositos con corazones que venden en los chinos. Siempre fue mi mayor debilidad, así que yo una vez al año me tragaba mis principios y buscaba como un bobo alguna tontería para conseguir arrancarle una de esas sonrisas que me enganchaban. Pero si has vivido lo suficiente sabrás que todo lo bueno se acaba, y aquello también se acabo. Un día ella se dio cuenta que su vida estaba en Madrid y yo que las grandes ciudades no eran lo mío, nos dijimos adiós, dejando que el tiempo y la distancia hicieran su trabajo.

Lo que vino después, es algo que todavía hoy me gusta recordar, supongo que ese San Valentín los dos estábamos demasiado solos, y la soledad no es algo para lo que todo el mundo está preparado. No recuerdo si fui yo o ella quien llamó, solo recuerdo que una hora después de descolgar el teléfono estaba montado en un autobús de camino a Benavente, una estación a medio camino entre Oviedo y Madrid. Cuando llegué, ella ya estaba allí, esta vez yo no llevaba regalo ni había preparado nada pero ella tenía esa sonrisa, haciendo entrever que mi presencia era el mejor de los regalos. Desgastamos nuestras bocas en conversaciones atrasadas, haciendo de esa cafetería de estación nuestro particular confesionario, después de unos cuantos cafés buscamos un lugar donde pasar la noche, lo encontramos a unos doscientos metros de la estación, era un motel de carretera donde solían pasar la noche los camioneros. Allí recordamos como querernos y agotamos los minutos de esa larga noche. A la mañana siguiente volvimos a poner en nuestra boca un adiós y cada uno cogió su autobús.

Ya no se los años que han pasado desde aquello, los dos nos hemos enamorado y desenamorado varias veces, nos hemos casado e incluso ella ahora tiene dos hijos. Pero desde entonces, una vez al año, el catorce de febrero buscamos cualquier excusa y nos escapamos de la realidad, disfrutamos de la dulce utopía de nuestra compañía en ese motel donde ya casi ni los camioneros paran. Ella dice, que que la clave está precisamente en vernos poco, así no gastamos el amor. Probablemente un año a su lado fuera la mayor de las torturas para alguien como yo, tan desacostumbrado a sus manías o sus cambios de humor, pero al menos durante un día, cada una de las veinticuatro horas que paso junto a ella, para mi es perfecta. Desearme suerte, hoy es catorce de febrero, y de nuevo me toca volver a ver su sonrisa...

domingo, 13 de febrero de 2011

No More Heroes


Era un domingo de esos que no tienen color, de esos que pasan inadvertidos en el recuerdo, un domingo cualquiera. Estaba repasando la sección de contactos del periódico, me gusta hacerlo, nunca he llamado pero de alguna manera un tanto infantil me hace gracia. Justo en la primera pagina de anuncios por palabras había uno que me llamó la atención: "Se busca Superhéroe", pensé que podía ser interesante y como para ser superhéroe, bajo mi punto de vista, no hacen falta súper poderes sino un buen plan de marketing,me puse manos a la obra. Compré en los chinos unos calzoncillos naranja, rescaté un antifaz que tenía por casa de cuando me disfrace de El zorro, me puse unas mallas amarillo fosforito que utilizaba mi madre para correr, y con una camiseta de Terra Mítica con la que me gustaba dormir me presente en la dirección que indicaba el anuncio.

Una vez allí le pregunte a Robín, al que tenía justo sentado en frente, qué de que se trataba el trabajo, me dijo que Red-Bull estaba buscando un Superhéroe con quién identificar su bebida. Me extraño ver a Robin allí, hacía años que él y Batman se había retirado, ahora dirigían una asociación para ayudar a salir del armario a Superhéroes, ya había conseguido que Ironman y el Hombre Antorcha hicieran público su amor. De entre todos, al que más desgastado se veía era a Superman, desde que Loisse le había dejado por un multimillonario ruso se había abandonado, ahora su criptonita era el alcohol y con lo único que era capaz de luchar era con las ganas de beber. Con algo menos de pelo, algo más de barriga y unos músculos que envidiaban cualquier tiempo pasado, también estaban: Flash, El capitán América o el mismísimo Hulk. El único que faltaba era Spiderman, lo cierto es que había sido el único que le había ido bien, al parecer un Jeque se había empeñado en que lo único que le faltaba a Abu dhabi para ser mejor que Nueva York era él, y ahora le pagaba una pasta por saltar de edificio en edificio entreteniendo a los turistas.

Al final no me dieron el trabajo, me dijeron que no daba el perfil, que estaban buscando un Superhéroe con más gancho. Pero bueno, no fue todo tan malo, me quede con la experiencia y el número de teléfono de Catwoman, ahora me toca intentar comprobar si es cierto lo que dicen de ella en la cama…

martes, 8 de febrero de 2011

Rojo,negro, blackjack


"Rojo, negro, blackjack" era lo único que nuestros ingenuos oídos querían escuchar. Era la combinación mejor pagada y menos probable de aquel lujoso casino de Las Vegas. Todas nuestras esperanzas puestas en un rojo en la ruleta 6, un negro en la ruleta 7 y blackjack para el crupier de la mesa 5; tan solo eran tres favores que pedíamos que nos concediese el azar para ser los dos hombres con la vida mas feliz del mundo,para poder vivir de la mejor forma posible con nuestras mujeres a las que habíamos logrado reconquistar y a las cuales amábamos con locura y sin miramientos, ¡lo juro!

Había llegado el momento, se cerraron las apuestas, nos lo habíamos jugado todo a una carta, todos nuestros ahorros resumidos en un puñado de fichas de colores en una jugada tal vez demasiado avariciosa, para la cual nuestra locura tuvo que esforzarse a fondo para que así nos dejásemos llevar. Dicen que la avaricia rompe el saco, pero en este caso el azar nos guardaba un as bajo su manga y escuchamos nuestra tan ansiada frase, "rojo, negro, blackjack" ; antes de que el director del casino, Mr. Morway terminase la frase, ya se habían oído descorchar las primeras botellas de champán francés, una tormenta de confeti dorado inundó aquella gran sala y todo a nuestro alrededor comenzó a ir muy rápido.
Y hasta aquí lo que recuerdo de aquel día, de ahí en adelante lo hemos reconstruido como una maqueta compuesta de pequeños flashes recogidos por nuestras retinas y por las consecuencias que nos encontramos cuando nuestro entorno volvió a ir a nuestra misma velocidad. Toda una noche de excesos, el alcohol embriagó rápidamente mi virginal hígado y no tardó en ahogar al de mi compadre, recuerdo vagamente gente entrando con bolsas de kilo de un polvo blanco que después nos servían en bandejas de plata como si de canapés se tratase, no tengo una imagen de mi mano separada de algún elemento humeante, de sabores y consecuencias mas o menos fuertes, dispuesto a ser devorado por mis pulmones...

Lo peor llegó cuando recuperé la consciencia, abrí los ojos y descubrí la fatalidad, estaba en la suite real del Hotel Luxor, desnudo y acompañado por una muchacha que no superaba la veintena también desnuda y con un certificado matrimonial entre las piernas en el que constaba que estábamos legalmente casados, en la mesita había una foto de la dantesca boda ambientada en la película Grease, mi sorpresa fue aún mayor cuando al pasar al salón contiguo me encontré a mi compañero en idéntica circunstancia; fue en ese momento en el que comprendí que la avaricia una vez mas había roto el saco, porque a pesar de que nuestras cuentas corrientes se vieron inundadas de un cero tras otro a la derecha de otro mas, habíamos renunciado a todos y cada uno de nuestros valores, esos mismos valores en los que siempre creímos y de los que con sufrimiento y con el transcurrir de mucho tiempo habían empezado a emanar los primeros frutos.
La vuelta a casa parecía un funeral, el cual terminó con nuestras vidas en pareja lapidadas a pesar de llevar nuestro arrepentimiento gravado a flor de piel.

Con el tiempo decidimos abrir nuestro propio negocio, un taller de maquetas en el que somos dos artesanos que buscan siete motivos a la semana por los que seguir viviendo y en el que construimos pequeñas maquetas de cómo habríamos querido que fuesen nuestras vidas, de las cuales a pesar de los millones de nuestras cuentas corrientes, ya no somos propietarios. Algunos días hacemos maquetas sobre cosas que podríamos hacer para recuperar en una tercera oportunidad, aunque fuese siendo ya viejecitos y arrugados, aquello que era lo que mas queríamos y que perdimos inconscientemente por culpa de aquella maldita frase "rojo, negro, blackjack".

Hoy te he visto pasar por delante del escaparate del taller, no has titubeado ni un momento, ni tan siquiera has mirado de reojo; aún así te he llamado a este tu número oculto, y no he sabido que decir.




-HAIKU DE LA SEMANA-

Eclipse:
Cambiante luna
de cara clara u oculta
¿cuál es la tuya?


-CANCIÓN DE LA SEMANA-
Pienso que es la canción cantada con mas sinceridad de la historia. No creo que jamás me olvide de ella y su dulzura desbordante , y creo que de ti tampoco
(NO DEJEN DE VER EL VÍDEO)




sábado, 5 de febrero de 2011

El último James Dean



Ahí estaba, apoyado en aquella barra huérfana de taburetes, dándole los últimos sorbos a un whisky con sabor a agua que le habían cobrado a precio de oro, buscando con la mirada alguien a quien amar por una noche. Nunca se había complicado demasiado a la hora de vestir: camiseta blanca, pantalones vaqueros, unas botas desgastadas y una cazadora de cuero negra completaban su fondo de armario. Su única obsesión era su pelo, en sus bolsillos nunca faltaba un peine pequeño, y cualquier espejo era una buena ocasión para darle uso.

La búsqueda pronto dio resultado, y cerca de unas escaleras que conducían a la sala vip la vio, destacaba entre las demás por su pelo rojizo y su tez blanca, llevaba un vestido ceñido que dejaba muy poco a la imaginación y lucia una de esas sonrisas que te hacen imaginar demasiado. Después de unos minutos, el cruce de miradas se convirtió en una mirada sin cruces, entonces poso el vaso, sacó un cigarro y se fue acercando lentamente a ella mientras lo encendía, sin dejar de mirarla, sin dejar que pudiera perderse en los ojos de nadie más. Las palabras precedieron a las risas, y justo cuando comenzaban las caricias un tipo alto, engominado, con una camisa rosa abierta que mostraba un pecho totalmente depilado y tostado por el sol ademas de unos músculos rebosantes de esteroides, empezó a hablar con ella. En un abrir y cerrar de ojos, con tan solo cuatro palabras y la ayuda de una bolsita de polvo blanco, ella se marchaba, se olvidaba de las caricias y las risas mientras se perdía entre la gente de la mano de aquel armario con cabeza.

Salió del local minutos mas tarde invitado por los porteros, al parecer ya no estaba permitido fumar en los bares. Su moto estaba en el depósito por conducir sin casco, así que encendió otro cigarro, y se puso en camino de la parada de taxis más cercana, mientras disfrutaba del sabor de aquella deliciosa mezcla de: nicotina, tabaco y alquitrán; murmurando entre dientes My Way” de Frank Sinatra, sonriendo amargamente, y tratando de recordar si aquella pelirroja le había dicho su nombre.

And now, the end is near
And so I face the final curtain
My friend, I'll say it clear
I'll state my case of which I'm certain
I've lived a life that's full
I traveled each and ev'ry highway
And more, much more than this,
I did it my way...

martes, 1 de febrero de 2011

Made in China:晨光


Y por fin estaba aterrizando en Shanghái, después de un viaje que parecía iba a ser eterno allí estaba en el país del sol naciente; un lugar en el que todo es inmenso, en el que para salir de la terminal echas en falta una bicicleta, en el que los callejeros se venden por fascículos y en el que tanto las grafías, símbolos o como quiera que se denomine, así como el idioma me eran completamente desconocidos.

Llevaba ya un buen rato intentando recuperar mi maleta, preguntando con la ayuda de un pequeño diccionario chino-español , español-chino; pero no había manera, no se si sería porque el diccionario era de los baratos o por mi escasa capacidad de manejarme con los vocablos orientales. Fue entonces cuando me vino a la cabeza una de esas ideas de ingenio loco que me caracterizan y comencé a hacerme pasar por mudo para que así la gente estuviese atenta a mis gestos y no se perdiese en el laberinto de mi verborrea mandarina. De ese modo conocí a aquella chiquita, que con el tiempo descubriría que se llamaba Chénguang, ella tenía la solución a todos y cada uno de mis problemas, recuperó mi maleta, me sacó de aquel monstruoso aeropuerto, me consiguió un taxi y amablemente me llevó a un humilde hostal a las afueras de la ciudad en el que me quedé hospedado; lo mas curioso de todo esto fue que en todo este proceso, no intercambiamos ni una palabra, es mas, ella no habló ni tan siquiera para indicarle al taxista a dónde debía ir y lejos de convertirse en una situación tensa o embarazosa fue de lo mas agradable.

El día siguiente lo dediqué a patearme los barrios aledaños a la zona donde se encontraba mi hostal , aquí casualmente todos los barrios son chinos, todos los restaurantes eran de comida china y todos los calendarios tenían los días cambiados. Caminando caminando llegué a una zona industrial, dominada por grandes, enormes fábricas; pero justo allí en medio de la cuna de las manufacturas y olimpo de las exportaciones mundiales me tropecé con un pequeño taller, un taller como el de cualquier artesano, pero aquel tenía algo que ningún otro taller ni ninguna gran fábrica del mundo podía ofrecer, y era su producto, pues este era un taller de amor y Chénguang era la artesana de aquel taller. Rápidamente me mostró el proceso productivo, aquí el amor se soldaba con calurosos besos de pasión, se recubría de una fina capa de cosquilleantes caricias, se pulía con suspiros profundos, se envolvía con cientos de abrazos sinceros y se enviaba con penetrantes miradas directas al alma, y todo ello sin decir una sola palabra.

Hoy viendo los primeros rayos de luz del día recostado sobre la gran muralla china junto a Chénguang, he comprendido que como a ella hay personas para las que ser mudas no les resultaría un impedimento ya que te hablan con el corazón y que tener los ojos achinados implica que aprendas a ver con el alma pues ella ha hecho que mis ojos se estén achinando por momentos.