domingo, 27 de marzo de 2011

¡Pardiez!



Disparabas gigantes con pistolas de juguete, perseguias elefantes verdes y soñabas pesadillas donde la gente no tenía miedo. Aquel día,llenaste de adjetivos cien mentiras, escribiste cinco artículos, y sentenciaste un pretexto por el que se dedujo que eras feliz. Lúnatica ludópata de los juegos del corazón, me pediste milagros, pero ya solo me quedaban miserias. Ruinas hundidas bajo un sobrenombre, lloros y lamentos que dejaban que la brevedad del momento se difuminase entre la nostalgía del pasado.

Ahora, río, lloro y vuelvo a reir, amargo desencanto con sabor a bilis fruto de un whisky demasiado destilado. Calmo mi cuerpo, no mi mente, y dejo que un libro haga de improvisado analgésico frente a este insípido horizonte. Pido más, sin saber que más pido, mientras bailo sobre la incertidumbre de este día gris.

Me dormi ebrio, me desperté elocuente. Dulce éter.

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