jueves, 3 de marzo de 2011

Alunizaje alucinante


Todo lo que quería era alejarme, lo mas lejos posible, solo un tiempo, olvidar lo ocurrido y lo nunca sucedido; concederme un tiempo para mi, un tiempo de reflexión, solo hasta que mi felicidad dejase de depender de ella, de ello, de aquello... Envié sin respuesta decenas de solicitudes para ir de misionero a Camerún, Nicaragua, Sierra Leona, tal vez Vietnam, daba igual, pero nada.

Creo que alguna de esas cartas se traspapeló, el caso es que una mañana me despertó el sonido de una interferencia del móvil en la radio (raro, no esperaba ninguna llamada, y tú hacía ya tiempo que no lo hacías), sonó el teléfono, descolgué y una voz de mujer me dijo que me habían seleccionado, que en seis horas salía el avión hacia mi destino y que tenía viente minutos para subirme en el coche que estaba esperándome en la puerta de casa, y sin más colgó. Supongo que la desesperación y la locura se hermanaron en ese momento porque a los 3 minutos ya me había subido a aquel coche sin mas equipaje que mi cartera y mi reproductor de música.

Una vez en el avión por fin una azafata me dijo que me dirigía a Florida. No me pareció a priori mala idea, supongo que cualquier sitio me valía; aunque algo en mi desconfió un instante, no recordaba haber mandado ninguna carta ni nungún e-mail a Florida; pero bueno no parecía un mal destino ¿no?.

Cuando por fin puse pie en tierra en el aeropuerto de Florida, me encontré con un hombre alto, de pelo blanco, gafas oscuras y de corte elegante que sostenía un cartel con mi nombre, me acerqué a él y hechó a andar sin decir una palabra, sin mirarme, sin contestar a ninguna de las cientos de preguntas por segundo que hice hasta que nos subimos a un coche parecido al que me había ido a recoger a casa.

Ya subidos en el coche se quitó las gafas, se aflojó la corbata y como si se tratase de la cosa mas normal del mundo, me explicó que había sido elegido para ser el protagonista de un novedoso experimento de la NASA, un viaje intergaláctico de tres días, no tenía que hacer nada, solo subir y bajar. Ante mi asombro me comentó que la NASA quería explotar el turismo intergaláctico y para ello habían construido una nave de bajo coste y así yo me convertiría en el primer turista intergaláctico de la historia.

Todavía no había sido capaz de asimilar las palabras que aquel hombre me había dicho, y ya estaba en Cabo Cañaveral subido en la nave, con un traje como de papel de aluminio, una especie de escafandra en la cabeza y rodeado de un montón de botones de los que únicamente me dijeron "¡No toques nada!". Antes del despegue uno de los ingenieros me explicó donde tenía comida y agua para sobrevivir los tres días y donde estaba el revolver; mientras pensaba en qué tendría para comer y dudaba de para qué iba yo a necesitar un revolver, llegó el momento del despegue; tres, dos, uno ¡despegue! decía por radio un tal Houston. Dicen que en un momento dado los astronautas a causa de la velocidad viajan una millonésima micra de segundo atrás en el tiempo, yo no se si por ese motivo o por el miedo, no podía dejar de pensar en aquellos momentos que vivimos juntos, en los que parecía que tenernos el uno al otro era todo lo que necesitábamos para ser felices, en los que no mirábamos a las estrellas porque era el cielo quien nos miraba a nosotros dos, aquellos momentos que no puedo olvidar por aquello que me diste.

Entre tanto Houston (un chaval muy majo por cierto) me iba hablando por radio, tranquilizándome contándome un poco cosas que necesitaba saber como por ejemplo cómo se desabrochaba aquel cinturón de seguridad tan extraño, cómo se abrían los cajones de una nave espacial, como se bebía en el espacio...en fin ese tipo de cosas domésticas para las que aquí casi había que hacer un FP.

De pronto, cuando Houston me estaba diciendo que estaba llegando a la exosfera, una especie de turbulencia sacudió la nave, hubo un apagón y nunca mas supe nada de Houston. Al rato volvió la luz y se activó el piloto automático que seleccionó por defecto un nuevo destino, la Luna.

Tras atravesar la atmósfera lunar y tras un alunizaje alucinante en el que el piloto automático hizo gala de su nombre, abrí los ojos y efectivamente estaba en la mismísima Luna. Me zafé como buenamente pude del cinturón de seguridad y comencé a sentir esa sensación de ingravidez, esa sensación de ser una pompa de jabón, esa sensación de besar tus labios. Al abrir el cajón de la comida solamente me encontré cajas de sandías deshidratadas, eran del tamaño de lacasitos, pero amargas, muy amargas, aunque no tanto como tu adiós.

Tras un día refugiado en la nave pensando cuanto echaba de menos tu cama, y después de pensármelo mucho decidí bajar y dar un paseo por la Luna. Es curioso que nada mas bajar de la nave me encontré contigo, evidentemente no estabas allí, pero todo aquello era tan como tú...cada cráter me recordaba cada uno de tus defectos pluscuamperfectos que te hacían tan especial, cada paso que daba era como darte un pequeño beso, la sonrisa de la Luna...deberías verla es tan parecida a la tuya... también mi traje de papel de albal me recordaba el calor de tus abrazos ya que me protegía del intenso frío; era tan extraño y bello escuchar tu voz en el vacío, tus susurros y tu voz en grito desmintiendo las leyes de la física y contándome mil batallitas sin importancia de esas que tanto me gustaban. ¿Sabes? te encantaría esto, aquí si miras al fondo , a lo lejos no ves el horizonte, ves el infinito, ves como crece el universo y como el infinito se reinventa a si mismo, ves como de un infinito sale otro, y de este otro mas, y como se va alejando; creciendo como crece mi amor reinventándose a si mismo a cada instante y alejándose cada vez mas como lo hacen las yemas de nuestros dedos, como lo hicieron nuestros corazones y nuestros labios; pues mis besos cada vez tienen que hacer viajes mas largos en el tiempo para llegar a su destino y nuestras miradas que antes eran capaces de atravesar el alma ahora ni siquiera se cruzan. También te encantaría poder ver desde aquí todos los mares, sacarte una foto en la que sostuvieras la Tierra en tus manos, ver las constelaciones en tres dimensiones...no se si te encantaría o es a mi al que le encantaría tenerte aquí, a mi lado.

Han pasado ya tres semanas desde que me convertí en un lunático, y cada vez me resulta mas evidente el porqué de tener un revolver con una sola bala como compañero de viaje, solo la esperanza de volver a verte, de volver a tenerte entre mis brazos hace que no me resulte tan atractiva la sublime sensualidad que poco a poco voy observando en él; así que escribo esta carta por si no consigo salir de aquí, por si llega el momento en el que el racionamiento de sandías deshidratadas y agua, y el paso del tiempo me hacen ver algo mas en este revolver, en este amigo, en este...


-HAIKU DE LA SEMANA-

Corrientes
Río de vida
el destino ya escrito
yo tu mar hado.


-CANCIÓN DE LA SEMANA-
seguiré inventando, sin parar en los detalles cada día otro motivo pa esperar...









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