sábado, 14 de mayo de 2011

LA MUERTE DEL CANARIO


Quedan 5 minutos de camino hasta llegar a la mina y comienza a brillar el Sol, he de aprobechar estos minutos porque hasta mañana no volveré a verlo; hasta entonces la única luz que me alumbrará será la de mi candil, y el único brillo semejante al del Sol será el de esos malditos diamantes por los que mi vida ha sido esclavizada.

No sé cómo es el amanecer en otros lugares, pero aquí en Sierra Leona tras el horizonte aparece enorme el Sol, como enormes son sus ojos; un halo de calor te abraza y te hace olvidar por un momento el dolor de las argollas amarradas a los tobillos, como ella da calor en cuerpo y alma y me hace olvidar a cada instante esta vida en suplicio; la luz inunda el camino, y permite a la vista cumplir con su función, igual que ella ilumina la senda de una vida a la que sin su presencia el universo sería finito, el cielo tornaría en gris y la Luna perdería su sonrisa.

Me llevan a una galería y encadenado al techo pico, pico y pico sin parar con el único objetivo de extraer algún diamante con el que adornar al caprichoso e hipócrita primer mundo. En ocasiones encuentro fragmentos de piedra pómez con los que froto mis manos para que no se me formen durezas y así mis caricias no rasguen tu cuerpo y te hagan daño.

Jamás hubiera imaginado que en aquella nueva galería estaba picando mi propia tumba; la muerte del canario hizo morir también las esperanzas de volver a ver el Sol, las esperanzas de volver a verte. Instantes antes de morir froté mis manos con piedra pómez para que mis caricias no rasguen tu cuerpo y te hagan daño, pues desde el mas allá te visitaré en el mundo de los sueños.


HAIKU DE LA SEMANA:

Efecto mariposa
Me mira y miro,
cosquilleo en el estómago
me besa y beso.

CANCIÓN DE LA SEMANA:

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