lunes, 12 de enero de 2015

Madre Amor




Tres años intentando juntarnos llevamos,
pero durante todo este tiempo
en intentos errados siempre fuimos hallados.
Aunque yo por ti amor solo siento,
creo que nuestros sueños hemos de dejar aislados.
Tú me dijiste que confiase en el viento,
que algún día nos llevaría al encuentro.
Yo soy un hombre amargamente casado
y tú dulce ruiseñor en jaula encerrado
nuestros deseos siempre de pecado,
muchas desilusiones nos han deparado.

Por fin ha llegado el día,
por fin el día en que te veo
con el Señor por testigo a ti por completo me entrego.
Y cuando tu alma religiosa gemir yo oía,
entró como un huracán el padre que allí regía.
Con tu hábito tapaste tu meloso cuerpo
y sin más dilación un puñal me clavó en el pecho
parescía que aquel guerrero punzante de mi reía,
descidió el señor que aquel altar fuera mi lecho.
Tú con clavo oxidado atravesaste tu dorado seno,
y en aquel altar en el que nunca más se celebraría
Eucaristía, a los dos se nos apagó la luz de aqueste nuestro día.

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